Los recientes acontecimientos y gestos promovidos por Obiang constituyen una patada en la región trasera a la sensatez. Obiang hace escarnio de la inteligencia de los guineoecuatorianos y busca engañar a la gente pensando que nadie tiene dos dedos de frente. Sin embargo la realidad muestra otra cosa: tras estas maniobras está su deseo de ocultar la verdad, como si se tratara de una fosa común.
Obiang busca desesperadamente que no se muestre en las actuales circunstancias la verdad al mundo. Procura levantar mitos que desmovilicen al pueblo y paralizan a la ciudadanía sembrando el terror y el desconcierto.
En otras palabras, la estupidez convertida en política. Solo que estamos en una circunstancia en que el pueblo ya tiene más de dos dedos de frente y no se deja impresionar, ni embaucar, ni intimidar, ni manipular…
En realidad lo que quiere Obiang es ocultar tantos crímenes cometidos desde 1968; la corrupción y apropiación indebida de bienes públicos; los asesinatos y ejecuciones sumarísimos de guineanos inocentes, juicios sin garantías, desaparición de ciudadanos y de cadáveres, y sobre todo la incapacidad de Obiang de gobernar el país por medios democráticos.
Sin embargo, el concepto de transición se ha asociado siempre a la idea de que para salir de un régimen totalitario como el actual en nuestro país (un régimen basado en las antiguas estructuras y de asesores del régimen franquista en España) es necesario un acuerdo pactado como el que se llevó a cabo en la transición española, (LOS PACTOS DE LA MONCLOA) que asegure elementos de continuidad del antiguo régimen, en especial lo que se conoce como aparato del Estado y, al mismo tiempo crear un marco “legal” y constitucional que permita la existencia de una especie de democracia “vigilada o tutelada”, es decir controlada y limitada a ciertas características de la democracia representativa.
Para lograr lo anterior, sobre todo en el caso de nuestro país que es el resultado de una cruel dictadura militar en cubierta, en el cual se utiliza no solamente un discurso poco transparente y agrio, sino el terror ideológico que supone quedarse bajo la dictadura o peor aún, retroceder aún más.
En todas las transiciones se utiliza el miedo como elemento fundamental para controlar las movilizaciones sociales y fijar un nuevo techo en forma de construcción de las nuevas instituciones, de ese modo los que tienen miedo no aspiran a lo más justo, se conforman con lo menos arriesgado.
Por eso para que se pueda hablar, no solamente desde la oposición y desde la sociedad, sino también desde el poder de una transición a la democracia en nuestro país será necesario primero entender que en Guinea Ecuatorial, vivimos bajo una crisis de un régimen político totalitario corrupto que se expresa en:
1. Una crisis en la estructura social.
2. Una crisis de mando obediencia, es decir entre gobernantes y gobernados.
3. Una crisis de funcionamiento y reproducción de la élite gobernante. Es decir, una crisis de la forma de Estado.
Se trata, por tanto, de una crisis de un régimen totalitario putrefacto en el cual nunca existió una idea o un canal seguro y coherente de conducción del Estado. Obiang, simplemente no gobierna, solo ostenta el poder. Por eso cuando EE.UU., España, Francia, Reino Unido, Alemania, Japón, China, Canadá etc… y otros muchos capitales financieros de países industrializados brindan apoyo al régimen de Guinea Ecuatorial, es más por el temor de esos países sobre las consecuencias sociales y políticas que una crisis de calado desconocido traería aparejada para sus intereses en el petróleo y otras riquezas de nuestro país, ya que consideran que ante la pasividad y conformismos del pueblo para hacerle frente al régimen, que este tiene aún capacidad para asegurarles la continuidad en sus sistemas económicos, políticos y sociales hasta ahora aplicados.
Y es que la base profunda de toda transición como se ha entendido y logrado hasta ahora parte de tres premisas:
1. Debe existir en la sociedad una serie de elementos que anuncie al régimen de que, si no se lleva a cabo cambios en el régimen, puede estallar una crisis social que propicie elementos de ruptura, es decir revolucionarios.
2. Las divisiones dentro de los grupos de poder impiden solucionar los conflictos internamente.
3. Las bases sociales y políticas que sostienen al régimen son trastocadas, ya sea por la lógica del modelo económico ya sea por necesidades políticas intrínsecas, etc…
Y para que estas premisas se lleven a cabo, será necesario que dentro del régimen exista una persona visionaria (caso del Rey Juan Carlos I en España), que acepte, de entrada, las contradicciones que el cambio puede traer consigo en una parte fundamental de la vieja élite política de nuestro país y que encuentre en la oposición a /o los personajes capacitados para limitar hasta un grado razonable las demandas de cambio de la sociedad. Toda transición requiere de un visionario y de uno o varios bomberos quienes estarían dispuestos a ser sacrificados.
Una transición pactada (continuismo) en nuestro país se enfrenta a varios problemas:
1. La ausencia de un control efectivo de Obiang sobre los grupos de poder, su familia y su clan.
2. La desconfianza que le genera al régimen la Oposición Democrática. Y es que Obiang no se fía de nadie, tiene miedo a ser llevado ante el Tribunal Penal Internacional para ser acusado y/o condenado por todos los delitos cometidos: torturas, asesinatos, homicidios, secuestros, desapariciones de ciudadanos, privación y detención ilegal, lesa humanidad, etc…
Por eso, a pesar de que todos quieren y comentan sobre la idea de la transición en nuestro país, nadie está dispuesto a sacrificarse para lograrla. Y, es que la transición implicaría el paso al ostracismo, no solo de miembros del aparato del Estado, sino también de personajes de la oposición, lo mismo que las necesarias modificaciones en los Principios y Programas. En toda transición se debe de sacrificar los extremos para ocupar el centro.
Por eso, Obiang ha invitado recientemente a los líderes de los partidos políticos CPDS y UP, para “debatir” una supuesta “Reforma del Estado”. Lo que ocurre realmente es que Obiang se encuentra atrapado, y por eso ante la negativa de los grupos opositores a secundar sus iniciativas y artimañas, ha decidido por su cuenta elaborar una Constitución a su medida, para contentar a sus acólitos y distraer al pueblo. Obiang está acorralado por los acontecimientos ante la nueva estrategia mundial de Obama, Presidente de los EE.UU., contra los viejos y corruptos dictadores del Continente africano: Hosni Mubarak, Muhammad Gadafi, Robert Mugabe, etc.... Obiang tiene miedo y pavor al pensar que la famosa frase “SOMOS EL PUEBLO” se está tomando en serio entre la ciudadanía y que resuena cada vez más por todos los rincones de Guinea Ecuatorial.
También, Obiang en su intento de apoyar a cualquier precio a su amigo el también dictador Muhammad El Gadafi, en su cruzada personal contra los EE.UU. y la Comunidad Internacional, está permitiendo la perdida de liderazgo de nuestro país como país estratégico en la geopolítica y geoestratégica de los Estados Unidos y de Occidente en África Central, en favor del presidente de Gabón Allí Bongo.
Obiang en su actual desesperación ha hecho unas declaraciones durante su reciente viaje a Moscú donde se pregunta, “a El Gadafi se le pide que se vaya, pero hacia dónde, si él es un ciudadano libio”, y recomienda a la Comunidad Internacional que no es necesario desalojar a El Gadafi del poder, que bastaría con la puesta en práctica de reformas democráticas, socio-económicas y un diálogo entre los libios. Obiang debe entender que el final de El Gadafi y el suyo propio debe ser el mismo que el del resto de dictadores: Nicolae Ceausescu, Idi Amín Dadá, Mobutu, J. B. Bokasa etc… Y me pregunto, si tanto cree Obiang que con esas medidas se puede solucionar los problemas entre libios ¿por qué no los aplica en Guinea Ecuatorial, ahora que aún no se levantado el pueblo contra él, su familia y su clan?
Por eso la vulgar reforma constitucional y demás reformas anunciadas por Obiang, no son más que otra significativa demostración de que no existe por su parte convicción de salida o cambio pacífico para nuestro país. Su única convicción consiste en ganar tiempo, engañar, entretener, sobornar y aterrorizar a la oposición con dinero, discursos y gestos conciliatorios que eviten la inestabilidad mientras él fija sus planes.
Permítanme, por eso, que les diga que no suspiro por una transición pactada con Obiang y su régimen. No soy partidario por supuesto de una transición pactada a espaldas del pueblo. Abogo por una transición producto de la ruptura con el actual régimen mafioso dictatorial. Estoy convencido que esta se dará tarde o temprano como culminación de un largo y arduo proceso de acumulación progresiva de fuerzas democráticas, de lucha política y social, y de un programa de reformas estructurales que permita la transformación organizativa de los sectores explotados y oprimidos hasta ahora por el régimen.
Victimas hay muchos en nuestro país, reconocerlo así será fundamental para sanar todas las heridas y, también para hacer posible una convivencia nacional pacífica.
Se debe reconocer también que las inversiones extranjeras en nuestro país son necesarias, ya que ayudan a mitigar en mucho el sufrimiento de miles de ciudadanos guineoecuatiorianos, sin embargo el pueblo debe exigir que estas inversiones beneficien a todo el pueblo.
Estoy convencido que la solución a los problemas de nuestro país está en manos de los propios guineanos y no de los países extranjeros como muchos pretenden ver. Da la sensación que en Guinea Ecuatorial todo va bien… que los guineoecuatorianos estamos muy de acuerdo y muy felices en todo con nuestras vidas y con el régimen; que todo marcha viento en popa. Sin embargo nadie debe olvidar que hechos como estos permitieron al general Franco morir en la cama, a pesar del gran esfuerzo a nivel Internacional.
Los guineoecuatorianos tenemos que demostrar con los hechos que no queremos a Obiang ni su familia como ocurre en Libia, Túnez, Egipto, Siria, Yemen etc… Tenemos el deber moral de hacerle frente, nos asiste la razón. Para ello los jóvenes, los mayores y las mujeres deben salir a la calle para manifestarse a favor de la libertad y la democracia y el respeto a los Derechos Humanos en nuestro país, con o sin su permiso y sin miedo. Y es que una juventud y un pueblo con miedo, es una juventud y un pueblo esclavo y sin futuro.
Los guineanos y guineanas deben armarse de valor y dignidad para dejarse oír en los foros internacionales ante los grandes retos mundiales y sumarse a los movimientos internacionales reivindicativo por un mundo más justo, por la democracia real y para denunciar las injusticias en nuestro país ante los foros internacionales.
También el pueblo debe tener la oportunidad de decidir sobre su futuro y su destino en cada momento, tanto ante los grandes problemas como ante los simplemente locales. Por eso, si la ciudadanía tiene la última palabra (“SOMOS EL PUEBLO”), debe ejercerla, sin supeditarla a intereses coyunturales o parciales, sin restricciones, sin tutelas de ninguna clase… y en libertad.
El pueblo debe hacer frente a todas las injusticias a favor de todos. Debe garantizar el derecho a la vida de todos. El pueblo debe defender el derecho a impulsar su propio proyecto de cambio y de sociedad. Debe aprender a escuchar y respetar a quien piensa diferente y no dejarse llevar por las manipulaciones fascistas, étnicas y tribales. El pueblo debe transitar el puente de la democracia en ambos sentido…
Como dijo Gandhi, “perder la propia individualidad y convertirse en un mero engranaje de una máquina está por debajo de la propia dignidad humana”.
Gregorio F.F. OYÉ
PROFESOR DE INSTITUTO
Miembro del Partido Unión Social Liberal de Guinea Ecuatorial (USL)